Reconocer un buen compost
Olor: Si huele a tierra de bosque, está bien compostado y se puede utilizar sin problemas. Si huele a podrido o a amoniaco, hay que “recompostar”, aportando materiales secos y ricos en nitrógeno y aireando la pila. Si no huele o huele a tierra seca, está demasiado descompuesto.
Humedad y textura: Un buen compost tiene una textura suelta y granulosa. Si al coger un puñado y apretarlo con la mano, el compost no gotea ni se desmenuza, es bueno. Si el compost se desmenuza, está demasiado seco. Si al apretar gotea agua, está demasiado húmedo.
Color y aspecto: Un compost bien hecho es de color oscuro y no se reconocen los componentes originales. Si reconocemos los componentes, el compost está demasiado fresco. Una coloración blanquecina o grisácea, indica sequedad u hongos.